jueves, 2 de febrero de 2012

El Poder La Unión: Movimientos Estudiantiles en Brasil

En Brasil el movimiento había obtenido éxitos brillantes: en 1963 la huelga de todas las universidades permitió lograr la co-gestión; y en 1966 y 1968 las protestas contra la represión en el medio estudiantil llegaron a preocupar al régimen. De hecho, los estudiantes fueron, en cada una de las ocasiones, incapaces de hacer que sus victorias llegaran al plano de la política. El éxito no implica un progreso; el movimiento no llega a movilizar a los estudiantes de modo permanente. Todo lo que hace es aparecer de vez en cuando mediante explosiones de fuerza variable. Una vez más, la fuerza y la debilidad del movimiento se encuentran en su autonomía-aislamiento. Lo que le otorga mérito ante los ojos de la opinión pública, y lo que puede arrastrar eventualmente a las multitudes, es el hecho de que aparece como independiente y, en consecuencia, como puro. Su debilidad se origina en lo mismo: debilitada la euforia de una victoria muy limitada cada vez (una medida cancelada, camaradas liberados), las ilusiones se disipan y se plantea la pregunta: “¿Y ahora, qué hacer?”, interrogante que siempre permanece sin respuesta, ya que el movimiento está aislado, sin vínculos sociales o políticos. Lo que plantea el problema en estos términos: la alianza y la desaparición, o la autonomía y la esterilización.

Estos dos ejemplos demuestran que la eficacia de la acción política de los estudiantes está ligada a la situación del país. “La cantidad y la calidad de sus intervenciones está ligada a la flexibilidad de las instituciones políticas y a la fuerza de los grupos que representan los intereses establecidos”.

Los estudiantes siempre expresan una gran actividad, pero ésta tiene una repercusión variable. Frecuentemente en el centro de la oposición (y su gran papel comienza cuando las demás oposiciones están amordazadas: la universidad es 

la última en ser controlada, ¿por qué?, ¿acaso será porque los estudiantes son los hijos de los gobernantes?), los gobiernos les temen porque sus movimientos a menudo son incontrolables y desembocan en el martirio. Participaron en la caída de las dictaduras, y son los catalizadores que conllevan la intervención positiva o negativa de los sectores verdaderamente decisivos; a menudo, el ejército. En 1957 tiene lugar entonces una masiva campaña contra el aumento del 100% de las tarifas del transporte público en Río de Janeiro por parte de la empresa multinacional que los controla que, a su vez, también es propietaria de las compañías de electricidad, teléfonos y gas. El respaldo popular a la movilización es manifiesto y se extiende a nivel nacional. Poco tiempo después se inicia un vasto movimiento de reforma universitaria que se en un aspecto clave: la participación estudiantil en el gobierno de las universidades, que conduce a una huelga de tres meses, que si bien encuentra respaldo de importantes sectores, no alcanza para obtener la mayoría parlamentaria necesaria.

Los años comprendidos entre 1976 y 1979 estuvieron marcados por un auge de las movilizaciones estudiantiles en favor de la democratización del país. En septiembre de 1978 la dictadura volvería a encarcelar a 600 estudiantes reunidos de forma clandestina en la Pontificia universidad católica de sao paulo. Pese a ello, al año siguiente se realizó en Salvador el XXXI Congreso con más de 7.000 delegados asistentes, marcando la resurrección de la organización. Entre 1984 y 1985 la UNE participó activamente en la campaña Directas Ya, y en 1985 recuperaría formalmente su condición legal. En 1989 formaría parte del Frente Brasil popular, que lanzó la candidatura de Luiz Ignacio Lula da silva. En la década de 1990, junto con la Unión brasileña de estudiante secundarias (UBES), presionará para conseguir una serie de ventajas estudiantiles como las leyes de media entrada para cines y teatros. En 1992 se lanzó la campaña "Fuera Collor", que implicaría las mayores movilizaciones de la historia de la UNE en las cuales los manifestantes llevaban las caras pintadas de verde y amarillo (valiéndole a esa generación el apodo de "caras pintadas"), siendo esta unas de las causas que culminaron con el juicio político que destituyó a fernando collor de mello. Durante esta década también se sellará el acercamiento de la organización a otros movimientos sociales brasileños, organizándose acciones conjuntas con la Central Unica De Trabajadores (CUT), el Movimiento De Los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y la Coordinacion Nacional De Moradores(CONAM), así como participando activamente en las diversas ediciones del Foro Social Mundial.




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