Los primeros treinta años de la democracia puntofijista tuvieron en el movimiento estudiantil al principal protagonista del conflicto social. Sin lugar a dudas, fue en las universidades en donde se concentró la oposición al bipartidismo adeco-copeyano. En un contexto social en el cual los sectores obreros y campesinos permanecieron por décadas en pasividad debido al férreo control sindical que el partido Acción Democrática ejercía sobre esos sectores, los movimientos estudiantiles representaron con sus luchas a los sectores que
le hicieron oposición al puntofijismo.El impacto de las luchas estudiantiles en la sociedad significó la constitución de una “cultura de la protesta callejera”, que por muchos años, hasta los acontecimientos de febrero de 1989, estuvo asociada a los estudiantes y a las universidades.
La derrota de la izquierda en sus intentos por derrocar al gobierno de Betancourt, conllevó a que esa izquierda se concentrara en las universidades. Habiendo perdido sus vínculos orgánicos con sectores obreros y campesinos, los partidos de izquierda parecieron conformarse con “hacer trabajo político” en las universidades. A esto ayudó la misma estructura social venezolana, en la cual existe un grueso sector de clases medias, que desde la llamada generación de 1928 jugó un papel determinante en los acontecimientos políticos del país.
Universidades y estudiantes conformaron entonces, en el período 1958-1990, un reducto de oposición al régimen democrático representativo surgido del 23 de enero y consagrado en el Pacto de Punto Fijo.
Con el presente trabajo presentamos de manera resumida las conclusiones generales de un esfuerzo investigativo de diez años sobre los movimientos estudiantiles venezolanos. Más allá de una perspectiva académica, intentamos recuperar la memoria de las luchas del pueblo venezolano, en un contexto histórico en el que hacen falta referencias teóricas para orientar el rumbo de los cambios que hoy se desarrollan en Venezuela.
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